Cómo cuidar las almohadillas de tu perro

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Las almohadillas de los perros son la parte de su cuerpo que soporta su peso y que amortigua el impacto al caminar y al correr. Además, les ayudan a mantener el equilibrio y son para ellos como las suelas de los zapatos para los hombres.

Su estructura está especialmente diseñada con varias características que les permiten realizar varias funciones; entre dichas características se encuentran:

  • Gruesa epidermis. Es la protección más evidente frente a los traumatismos y otras agresiones externas (cortes, calor, frío, golpes…).
  • Importantes depósitos de grasa. Proporcionan la elasticidad necesaria para absorber los golpes.
  • Glándulas sudoríparas. Su secreción interviene en el marcaje del territorio y mejora la tracción durante la carrera.
  • Abundante inervación. Aportar una sensibilidad específica en la zona.

Las almohadillas de un cachorro son suaves y blanditas, con una piel considerablemente fina. Pero lo habitual es que con el paso del tiempo, se vayan endureciendo y curtiendo poco a poco al caminar por distintas superficies.

No ocurre así cuando se trata de perros que apenas salen de casa, o solo lo hacen para pasear por la acera. Ni con perros que viven en el jardín y no salen a pasear y correr al exterior, y que por lo tanto no pisan más que el césped o las baldosas.  * ver Cómo Prevenir.

Pero a pesar de este diseño tan especial, de vez en cuando se producen lesiones sobre las que es conveniente estar prevenido:

Lesiones frecuentes

Quemaduras: tanto el frío como el calor pueden dañarlas. Andar por la nieve/ hielo en invierno o por asfalto en verano pueden ser actividades arriesgadas si no nos aseguramos de que la temperatura del suelo es tolerable. En verano, un consejo sencillo es aplicar la regla del 5; si colocamos la palma de la mano sobre el suelo durante 5 segundos y no nos resulta especialmente molesto, podemos continuar con nuestro paseo.

 Cortes: cristales, cascotes, piedras… Aunque los perros suelen ser bastante hábiles para evitarlos, cualquier objeto cortante que pisen por accidente, puede producirles heridas de menor o mayor gravedad. Si se produce una hemorragia, será necesario aplicar compresión sobre la herida después de lavar la zona hasta que cese o hasta que pueda atenderle un veterinario. Ojo: ¡¡Nunca debemos realizar un torniquete si no estamos seguros de cuándo y cómo hacerlo!!

Espigas: pueden ser un auténtico quebradero de cabeza, ya que una vez que se clavan en la piel de cualquier zona del cuerpo, tienen la capacidad de «viajar hacia adentro». En las pezuñas, en concreto, suelen clavarse entre los dedos y entre las almohadillas; el orificio de entrada se cierra y se producen abscesos, en ocasiones muy pesados de resolver.

Grietas: bien por roces o por falta de hidratación resultan bastante molestas y requieren cuidados para su curación. Si persisten, será necesario solicitar asistencia veterinaria.

Cómo prevenir
  1. Un correcto mantenimiento es la mejor prevención. Como ya adelantamos anteriormente, será necesario que preparemos esas almohadillas para convertirlas en todoterreno. Para ello, deberemos exponerlas gradualmente a paseos por todo tipo de terrenos (hierba, tierra, asfalto, parquet…) primero en paseos cortos y después, cada vez más largos. Recordemos que una almohadilla sana debe ser elástica y moderadamente áspera. En caso de necesidad, podremos recurrir al uso de productos hidratantes o reparadores (consulta a tu veterinario).
  2. En verano, evitar los paseos por zonas no sombreadas y a las horas más calurosas. Aplicar la regla de los 5′.
  3. Evitar las zonas de riesgo como los espacios donde se celebren botellones y las obras. También los campos donde haya espigas, sobre todo cuando se secan.
  4. Si tenemos en mente realizar alguna actividad que pudiera ser de especial riesgo, como largas caminatas o excursiones por la nieve, existen en el mercado productos específicos que proporcionarán una protección extra.  Son soluciones o bálsamos que se deben aplicar durante las semanas previas a la exposición.
  5. Otra solución son las botas o los calcetines; muy útiles también si necesitamos mantener la zona limpia tras una lesión. Existen en multitud de materiales, diseños y tamaños para que se adapten a todo tipo de animales y necesidades.
  6. ¡Cuidado después de los baños y los chapoteos! Tras permanecer a remojo, también la piel de las almohadillas se reblandece y se vuelve especialmente vulnerable a las posibles agresiones externas. Así que, por ejemplo, mejor paseo+baño que baño+paseo.
  7. Y por último, no olvidemos que después de cada paseo no está de más una pequeña inspección que nos permita comprobar que todo está en orden; especialmente si se ha dado alguna de las situaciones citadas.