Fobia y Miedo a los Ruidos en los Perros

fobia y miedo a los ruidos en los perros

Una de las consultas de comportamiento más frecuentes que nos plantean los propietarios y una de las que más les preocupan es la fobia a las tormentas (fuegos artificiales, petardos y ruidos fuertes…).

Ello se debe a que, además de causar el sufrimiento de los animales , genera situaciones de peligro como huidas incontroladas. En ocasiones, además,  se producen destrozos importantes como consecuencia del estrés.

El miedo es una respuesta natural ; es una emoción  que se da con el fin de evitar situaciones que pueden representar un peligro.  Solo cuando esta respuesta resulta desproporcionada ante la situación que la genera (estímulo) estaríamos hablando de fobia.

Este tipo de fobia en concreto puede aparecer sin una causa traumática previa, o asociada a alguna experiencia traumática durante la etapa de cachorro. El animal afectado puede manifestar desde una ligera incomodidad hasta un ataque de pánico.

Enumeramos a continuación una serie de síntomas que podemos identificar en el paciente cuando se desencadena:

  • Intranquilidad
  • Cambios posturales: orejas hacia atrás, cola entre las patas, cuerpo encorvado.
  • Temblores, jadeos excesivos y que no cesan.
  • Salivación desmesurada.
  • Vocalización: ladridos intensos y continuos .
  • Destrozos compulsivos.
  • Reacción de huida.
Tratamiento

Una actuación temprana puede llegar a solucionar el problema. Aunque tratar a un perro sensibilizado es complejo, largo, tedioso y a veces frustrante.

Por eso, es importante hacer hincapié en las medidas preventivas a tomar para evitar o minimizar su aparición.

Durante la fase de cachorro, debemos trabajar la habituación, evitando la asociación de las tormenta (petardos…) con experiencias negativas. La habituación se puede llevar a cabo con estímulos grabados. Primero a volumen muy bajo, aumentando la intensidad de manera gradual y siempre asociando el estímulo con experiencias positivas como juegos, premios o comida.

En el caso de los animales ya sensibilizados, en lugar de un proceso de habituación, llevaremos a cabo un proceso de desensibilización, similar al anterior pero más lento y controlado. No debemos olvidar que el más mínimo paso en falso puede tener consecuencias negativas, por lo que es aconsejable considerar la posibilidad de recurrir a la asistencia de un profesional.

Hay que tener en cuenta que en los animales afectados, cada vez son más los estímulos capaces de desencadenar las crisis, como por ejemplo el olor a tierra mojada previo a una tormenta.

El refugio

Tanto para animales ya sensibilizados como para los que no lo están, una medida importante es la fabricación de “un refugio seguro”. Será un lugar al que el animal pueda acudir siempre que lo necesite y donde su nivel de estrés y de ansiedad disminuirán considerablemente.

  1. Elección del lugar

        Podremos elegir un espacio en el que ya hayamos observado que le gusta estar o uno nuevo. En cualquier caso y, si es posible, en la zona menos “ruidosa” de la casa.

  1. La construcción

No debe ser muy grande;  lo suficiente para que pueda tumbarse y darse la vuelta, por lo que nos valdría un trasportín o una caja. Es importante que la entrada no esté nunca obstaculizada. Para minimizar en su interior el alcance del estímulo podemos cubrirlo con una manta.

  1. Familiarización

En primer lugar se lo mostraremos y después trabajaremos la asociación con sensaciones positivas. Empezaremos haciéndolo confortable con una cama o manta que ya le sea familiar, juguetes, algún objeto del propietario, etc. Después,  siempre sin forzarle, jugaremos de vez en cuando con él en esa localización, y le premiaremos con comida y caricias. En definitiva, provocaremos la asociación a un espacio confortable al que pueda acudir cuando quiera estar solo o buscar refugio.

Como refuerzo, podemos recurrir a la utilización de feromonas sintéticas, que tendrán un efecto relajante natural sobre nuestro animal.

Cómo comportarnos

Actualmente hay mucha controversia en cuanto a la conveniencia de acariciar o no al animal en el transcurso de la crisis, pero lo que sí está claro es que se debe evitar cualquier tipo de castigo (tanto físico como verbal).

En la medida de lo posible, daremos poca o ninguna importancia al estímulo. Y aunque acariciemos a nuestro perro/ gato, evitaremos los comportamientos de sobreprotección.

¿Y si mi perro ya está sensibilizado? ¿Qué más puedo hacer por él?

Además de la terapia de desensibilización que hemos adelantado arriba y de la construcción del “refugio seguro”, en ocasiones, en estos casos, podemos recurrir a terapias paliativas de apoyo farmacológicas. Estas siempre han de estar prescritas y controladas por un veterinario.

Tanto para su utilización simultánea o inmediatamente previa al estímulo, como en tratamientos prolongados, los fármacos de elección suelen ser ansiolíticos.

Es importante insistir en la necesidad de un control veterinario para su administración ya que, entre otros efectos, estos medicamentos pueden generar dependencias.

Está bastante extendido el uso de la acepromacina, pero la realidad es que debemos  tener cuidado con ella, ya que su efecto es sedante. Esto limita la capacidad motora del animal, pero le permite seguir siendo consciente del estimulo sin poder responder, lo que puede agravar la fobia.

Esperamos, con estas sencillas pautas, haber aclarado algunas de las dudas que surgen a menudo ante este tipo de trastornos. Y recordad que en algunos casos las alteraciones del comportamiento también pueden requerir la asistencia de un veterinario.