La Dermatitis Alérgica por Picadura de Pulga (DAPP) es la enfermedad de origen alérgico que más a menudo se presenta en la consulta dermatológica de la clínica veterinaria.
¿Por qué se produce?
Las pulgas son pequeños insectos que viven sobre un hospedador y que se alimentan de su sangre. Este hospedador puede ser mamífero, ave e incluso humano.
Cuando pican, inyectan en la piel una pequeña cantidad de saliva que contiene una proteína altamente alergénica para algunos individuos.
Cuando un animal es hipersensible a dicha proteína, desarrolla una alergia cuyos síntomas pueden durar hasta dos semanas tras la mordedura del parásito.
Una vez aparece el cuadro clínico, basta una picadura a la semana para que se mantenga. Y por el contrario, una infestación parasitaria severa no tiene por qué desembocar en una DAPP (Dermatitis Alérgica por Picadura de Pulga).
¿Cuáles son los síntomas?
Siempre que se producen picaduras de pulgas, aparecen un rascado y un mordisqueo intensos en la grupa y en la base del rabo a causa del picor. Como consecuencia, el pelo acaba cayéndose y se produce una pérdida de la densidad en la zona e incluso la aparición de calvas (alopecias).
En el caso de los animales alérgicos, aparecen, además, otra serie de síntomas.
En los perros se forman costras y escamas en la piel de las zonas mencionadas, así como pápulas en la zona del abdomen (pequeños engrosamientos bien delimitados de la piel), seborrea (hiperproducción de grasa) y pioderma (infección bacteriana supurativa) más generalizadas.
En el caso de los gatos, las pápulas se pueden extender también por la zona dorsal llegando hasta el cuello.
Es común, además, en estos últimos, la aparición de alopecias simétricas y granulomas (reacción inflamatoria de la piel que se forma cuando el sistema inmunológico intenta aislar sustancias extraña).
¿Cómo se diagnostica?
Una vez identificados los síntomas, la confirmación del origen es puramente visual. Aunque no siempre es fácil, hay veces en que se visualizan las pulgas sobre el cuerpo del animal. En caso contrario, se suelen encontrar sus excrementos (pequeños puntitos negros entre el pelo).
¿Cómo se trata?
Cuando se sospecha de la presencia de pulgas, deben tratarse todos los animales (incluso los que no presenten síntomas). Se deben matar tanto las pulgas adultas, como las formas juveniles y los huevos. Existen en el mercado multitud de productos en formato spray, spot-on (pipetas) o pastillas. Se elegirá la más adecuada en función de la edad, modo de vida y peso del animal; el refuerzo con collares antiparasitarios es de gran ayuda.
Y no debemos olvidar que la desinfección del entorno es fundamental: aspirado, lavado de los textiles a temperatura alta (60º) y utilización de productos tipo fogger (nebulizadores) que requieren el desalojo temporal de la casa.
En caso de que se haya producido, además, una dermatitis, debe acudir al veterinario para que instaure el tratamiento oportuno.