El dolor es una percepción sensorial localizada y subjetiva que puede ser más o menos intensa, molesta o desagradable. La percepción consciente del dolor se inicia con un estímulo doloroso producido en el sistema nervioso periférico que es transmitido hasta el sistema nervioso central. Al llegar al sistema nervioso central éste procesa la información clasificando el dolor desde el más intenso que hemos sufrido hasta una pequeña molestia y activa los mecanismos de defensa. Después de procesar el estímulo se crea un sentimiento ante ese dolor rabia, miedo, depresión…
La detección del dolor en perros y gatos a menudo resulta complicada debido a que son unos expertos en disimularlo.
En perros la escala más usada es la escala Glasgow escala que se basa en el comportamiento del paciente. Valora si hay vocalizaciones, el ánimo del paciente, su posición, manera de caminar y si presenta molestias en alguna parte de su cuerpo dando una puntuación a cada pregunta. En algunas ocasiones al sentir dolor los perros pueden presentar llanto, gemidos o incluso pueden aullar. Las vocalizaciones no ocurren siempre por lo que es necesario evaluar otros signos. De manera general habrá que valorar el ánimo de nuestro perro si está contento no hay de que preocuparse, pero si vemos que no quiere levantarse o está muy nervioso podría sentir dolor. Cuando están tumbados puede ser difícil valorar el ánimo, en este caso evaluaremos si están cómodos, inquietos o en tensión. Si pueden levantarse y tienen dolor a veces observamos que no quieren caminar o que al hacerlo cojean, caminan lento o están rígidos. Hay que observar también si se fija en alguna parte de su cuerpo en concreto mirándola, lamiéndola, frotándola o mordisqueándola. Si intentamos tocar la zona que les molesta podemos recibir distintas reacciones inactividad, llanto o intento de marcaje agresivo.
En gatos hay varias escalas la más efectiva es la escala Grimace que nos indica el dolor del paciente felino en función de su expresión facial. Se fija en la posición de las orejas, apertura de los ojos, tensión del hocico, posición de los bigotes y posición de la cabeza. Dando una puntuación a cada cambio. En un gato sin dolor las orejas se presentan erguidas indica que están atentos y curiosos por le ambiente que les rodea. Las orejas pueden variar de posición hasta estar rotadas hacia el exterior formando una línea recta encima de la cabeza que sería indicativo de dolor. Los ojos en gatos sin molestia se observan abiertos por completo, pero irán cerrándose según el dolor aumente. Un hocico redondo en gatos no indica ausencia de dolor. Si observamos un hocico tensionado y aplanado nos indicará que el gato está sufriendo un episodio de dolor. La posición de los bigotes también cambia cuando el gato presenta dolor juntándose, tensionándose y dirigiéndose hacia delante. La posición de la cabeza respecto a la línea de los hombros nos indica si el paciente presenta dolor siendo considerado nada de dolor si la parte más alta de la cabeza está por encima de los hombros y mucho dolor si baja por debajo de ésta línea.