Al igual que en medicina humana, en veterinaria es frecuente tener que recurrir a las transfusiones sanguíneas cuando un animal presenta alguna situación como anemia, hemorragias u otras alteraciones en la sangre.
Y como la humana, la sangre de nuestras mascotas no se puede fabricar, por lo que siempre es necesario recurrir a la donación. Desde hace años, existen en España bancos de sangre a los que podemos recurrir las clínicas veterinarias en caso necesario. De igual modo, también es posible buscar un donante compatible para un caso concreto en caso de necesidad.
Los donantes
En todos los casos, es necesario realizar un reconocimiento previo del donante para asegurarnos de que su estado general es bueno. Serán siempre individuos adultos y con menos de 8 años. En el caso de los perros el peso debe ser superior a 25 Kg y en los gatos a 4 Kg.
Los donantes ideales serán animales delgados, con cuello largo (la vía para la extracción se coloca normalmente en la yugular) y dóciles. En ocasiones se recurrirá a la sedación si hablamos de un perro y en todos los casos si hablamos de un gato.
Antes de la extracción, se tomará una muestra de sangre para comprobar el nivel de góbulos rojos (hematocrito). Este debe ser superior al 30% en el caso de un gato y el 40% en el caso de un perro.
Como curiosidad, decir que por su complexión, por su carácter y porque suele poseer un hematocrito por encima de la media, el galgo se considera el donante universal ideal.
No podrán donar:
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Animales que hayan recibido previamente alguna transfusión.
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Hembras gestantes
Los grupos sanguíneos
Del mismo modo que la sangre que circula por las venas y arterias de los hombres puede ser de distintos tipos, puede serlo también la de perros y gatos.
La diferencia entre una sangre y otra hay que buscarla en las cubiertas de los glóbulos rojos (células de la sangre encargadas de transportar el oxígeno a todas las partes del cuerpo). En estas membranas existen siempre unas proteínas (antígenos) que pueden ser hasta de 8 tipos diferentes en perros y 2 en gatos. Así, los tipos de sangre de perro se clasifican mediante un sistema propio (DEA: DEA1, DEA2, DEA3…) y los de gato se dividen en A, B y AB (poseen ambos tipos).
❌ Si un animal recibe sangre de un tipo distinto al suyo, sus defensas se ponen en marcha para destruir los glóbulos rojos «INVASORES». Se producirá entonces una reacción que puede llegar a comprometer su vida.
Por eso, la determinación del grupo sanguíneo es básica cuando se realice una transfusión, una donación y, en ocasiones, cuando se produzca una gestación. Existe, sin embargo, una excepción. Y es que los PERROS no poseen de forma natural defensas frente a otros grupos sanguíneos. De este modo, en caso de urgencia, se podría realizar una primera transfusión con una sencilla prueba de compatibilidad. El riesgo en este caso sería muy bajo, aún sin determinar el tipo. Tras el contacto con una sangre diferente, en el plazo de 5-7 días, su organismo habrá producido anticuerpos (defensas). Estas sí actuarán en caso de una nueva transfusión si los grupos no coincidieran.
→ No ocurre lo mismo con los gatos. Ellos poseen defensas desde su nacimiento y no pueden recibir una sangre no compatible con la suya bajo ningún concepto.