Este caso clínico lo protagoniza Afro, una pequeña Boston Terrier de 12 años que acude a consulta por molestias en el ojo derecho.
Anamnesis
Sus propietarias notan que parpadea más, tiene los párpados más cerrados, le molesta la luz, ojo enrojecido y produce más legaña de la habitual.
Exploración
En la exploración oftalmológica se aprecia una inflamación de la conjuntiva ocular muy marcada, edema corneal (opacidad color blanco-azulado de la córnea) y desarrollo de vascularización hacia la córnea, la cual suele aparecer como mecanismo para reparar una herida que ya lleva presente más tiempo del habitual.

Diagnóstico
Con la tinción de fluoresceína se evidencia una úlcera de bordes desprendidos en la córnea (el epitelio que trata de crecer para cerrar la herida de la córnea, continuamente se desprende, ya que no es capaz de adherirse correctamente). La tinción de fluoresceina (color verde), nos permite identificar el área que abarca la úlcera corneal. En el caso de las úlceras de bordes desprendidos el epitelio, al no estar correctamente adherido, permite que la tinción «se cuele» por debajo de lo que parecen los bordes de la úlcera.
Tienen una mayor predisposición las razas de perros y gatos braquicéfalas, tales como, Bulldogs francés e inglés, Bóxer, Boston Terrier, Chihuahua, Shih-tzu, Carlino, gatos Persa… y en ocasiones, pueden producirse de forma espontánea. En el caso de Afro, nunca había tenido problemas oculares en sus 12 años de vida.
Tratamiento

En primer lugar, se retiró todo el epitelio que no estaba correctamente adherido y se evidenció de que el defecto era mucho mayor de lo que parecía al principio.
Se instauró tratamiento médico oral y con colirios oftálmicos y se decidió colocar una lentilla de contacto como primera opción para favorecer la reparación de la úlcera, evitando el roce de los párpados sobre la córnea y otros factores externos.
Después de unos días, y al no producirse la curación completa, se opta por un tratamiento quirúrgico sencillo tras un chequeo preanestésico, que nos asegurara que las patologías concurrentes de Afro estaban bajo control y la anestesia sería un procedimiento seguro en su caso. Se volvió a eliminar el epitelio corneal desprendido y se realizó un recubrimiento del ojo con su propia membrana nictitante, la cual se sutura al parpado superior. De esta forma conseguimos una protección natural del ojo, que se retiraría al cabo de 2-3 semanas. Durante ese tiempo se siguió aplicando tratamiento médico.
Una vez retirado el recubrimiento, la ulcera había cicatrizado por completo y el epitelio ya no se desprendía, quedando una opacidad (cicatriz) en la córnea que con el tiempo irá desapareciendo.


Escrito por: Paula Alonso
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