Cuando realizamos un procedimiento quirúrgico, nuestros pacientes necesitan ser anestesiados. Dependiendo del tipo y la importancia de la cirugía, utilizaremos una anestesia u otra, pero siempre será aquella que nos permita trabajar con total seguridad y ahorrarle al paciente todas las molestias posibles.
Así, podremos utilizar desde una simple sedación con anestesia local para, por ejemplo, la extirpación de un pequeño nódulo cutáneo, hasta una anestesia general, profunda y multimodal combinada con analgesia para una cirugía de traumatología.
En nuestro centro, las anestesias profundas siempre son inhalatorias; es decir, tras sedar al paciente, se le intuba y se le administra la anestesia en forma de gas, de manera controlada. Actualmente, además, en aquellos casos que lo requieren, combinamos el uso de gases anestésicos (anestesia inhalatoria) con fármacos inyectados a nivel regional que eliminan la sensibilidad de la zona (anestesia locorregional y/ o bloqueo neuromuscular: https://www.vetclan.com/anestesia-loco-regional-en-veterinaria/).
Los fármacos descritos reducen la capacidad del paciente para respirar por sí mismo y relajan todos los músculos, siendo imposible detectar alteraciones a simple vista. Por estas razones es necesario mantener monitorizado y ventilado al paciente durante la anestesia.
Ventilación segura con anestesia
La ventilación asistida sustituye a la función respiratoria del paciente cuando no puede o no queremos que respire de manera autónoma.
Durante la anestesia producimos la siguiente situación: los músculos están más relajados y los reflejos van disminuyendo. El paciente puede no ser capaz de mover los músculos intercostales, ni contraer los músculos laríngeos; por lo que necesitamos mantener la vía de ventilación abierta. En la mayoría de los casos, es más seguro forzar la entrada del O2.
Para poder sustituir por completo la función respiratoria es necesario colocar un tubo endotraqueal al paciente y mantener una anestesia profunda.
El tipo de ventilación asistida más recomendable es la ventilación mecánica. Este tipo de ventilación se caracteriza por el uso de máquinas en las que un profesional cualificado puede controlar la frecuencia, la presión y el volumen a los que entra el aire en el pulmón. También nos permite conocer el porcentaje de oxigeno que lleva dicho aire.
Algunas de estas máquinas, además, nos aportan información gráfica de cada inspiración permitiendo detectar anomalías de manera rápida.
Monitorización para una anestesia segura
Como hemos dicho previamente, al producir la relajación muscular mediante fármacos nuestros pacientes no pueden mostrar síntomas ante algunas alteraciones que pueden ocurrir durante la intervención, por lo que es necesario realizar una monitorización más exhaustiva.
Los monitores multiparamétricos nos ayudan a medir las constantes vitales de nuestro paciente.
- Electrocardiograma: nos aporta un trazado donde leer la actividad eléctrica cardiaca en tiempo real. Esto nos permite detectar bajadas de frecuencia cardíaca y arritmias que pondrían en peligro la vida de nuestro paciente sin una intervención rápida.
- Pulsioximetría: nos informa sobre la calidad del pulso y nos informa sobre la cantidad de oxigeno que está llegando a los vasos sanguíneos más superficiales.
- Capnografía: nos informa sobre la cantidad de dióxido de carbono que expulsa nuestro paciente. Este es un parámetro importante para valorar si hay que hacer cambios en la ventilación mecánica; si tenemos una anestesia profunda o superficial.
- Presión arterial: si la presión arterial de nuestro paciente baja o sube, no llegará suficiente sangre a órganos importantes. Por ello es necesario monitorizar y, en caso de ser necesario, utilizar fármacos y sueroterapia intravenosa para recuperar los valores normales.
Leer más: La anestesia loco-regional en veterinaria – Vetclan
Laura García Carmona, Veterinaria
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